La paciencia es el arte de saber esperar

La paciencia no es la habilidad de esperar, sino la habilidad de saber mantener una buena actitud mientras se espera.

Según la tradición filosófica:

"la constancia valerosa que se opone al mal, y a pesar de lo que sufra el ser humano no se deja dominar por él"

Que dura es esta habilidad, ser paciente es algo extremadamente duro para las personas nerviosas e impulsivas.

Sin lugar a duda es una de las asignaturas pendientes en mi vida, en la que llevo trabajando mucho años (con gran éxito he de reconocer). La interiorización de esta virtud es parte del entrenamiento mental en el que debemos adoptar la paciencia como un hábito.

Os habréis dado cuenta que hay personas que están en los extremos de la paciencia. Unos extremadamente tranquilos, relajados, sin preocupación por el tiempo y en el otro extremo, están las personas que aprovechan cada minuto del día, quieren las cosas para ayer, necesitan resultados y respuestas inmediatas, que viven con la sensación de que se les puede acabar la vida en cualquier momento y por ende, deben cumplir todos sus objetivos en el corto plazo para sentirse realizados.

¿Qué bonito pinta verdad? Qué bueno es ser impaciente, proactivo y trabajar bajo presión.
Es todo genial cuando los plazos los marcas tú y dependen de ti.
Pero, ¿qué pasa cuando el resultado no depende de ti, sino de un factor externo?

Aquí viene el gran desastre, la frustración, la desesperación y las malas actitudes reflejo de la impaciencia.

1ª lección: No corras más que el tiempo

A los 13 años tuve mi primer "contacto" con las pesas, resultado de la frustración de otra disciplina deportiva que no me llenaba plenamente, lo que me hizo descubrir una vía de escape para descargar todo el estrés y la presión que me ejercía a mí misma. Desde bien pequeña he tenido la necesidad o  motivación intrínseca de ser la mejor en todo lo que me propongo.

A los 18 años empecé a interesarme por el mundo de la competición. Como sabéis competir es un proceso largo y duro de preparación que en algunos casos la preparación se puede prolongar años hasta lograr el objetivo marcado. Aquí fue cuando apareció mi mentor y la persona que me ayudo a controlar mis ansias e impaciencia.
Es imposible no dominar esta habilidad cuando el tiempo debe ser tu mayor aliado. Qué difícil es ser impaciente cuando el resultado solo se puede observar con tiempo, disciplina, trabajo duro y constancia.

2ª lección: Disfruta del camino.

Si no te gusta el proceso, si no disfrutas de él, posiblemente debas cambiar de objetivo.

A lo largo de nuestra vida nos vamos marcando pequeños y grandes objetivos, que sin lugar a duda, tienen que darnos una satisfacción personal hasta la consecución de los mismos. El placer final de lograrlos solo puede ser la guinda del pastel, el summum del placer, después de un camino de paciencia, trabajo y disciplina con éxitos, victorias, caídas y derrotas. Todo ello nos debe ayudar a saber ganar y sobre todo, aprender de cada caída y derrota.

Por pura experiencia en el deporte y la competición, el objetivo de ganar dura 5 minutos (dejemos de lado el reconocimiento personal y de los demás). A la larga, solo recordamos donde nos ha llevado el camino, quienes somos ahora y sobre todo, todas las personas que han aparecido en el camino, junto a todas las anécdotas y situaciones que han ido formándote y forjando la persona en la que te has convertido.


3ª lección: Todo va a salir bien, confía en el plan, ese mismo que has diseñado. Confía en ti, las cosas suceden como deben y a su tiempo. 

Cada guerra que desafías, cada prueba que te pone la vida, forja, transforma y moldea un perfecto tú.

Al hilo de ser feliz en la espera de algo que deseamos:

Si algo no te gusta, cámbialo.
Si no puedes hacerlo, cambia tu actitud.

Cambia la forma de ver las cosas y las cosas cambiarán de forma.

Pasad buen día, sed pacientes, tened una buena actitud y la vida te dará respuesta a todas tus preguntas. 






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